Si hablamos de ansiedad, prácticamente a todo el mundo se le forma una idea clara en la cabeza sobre lo que es pero, ¿realmente lo comprendemos? Somos muchos, por no decir todos, los que hemos oído hablar en algún momento de nuestra vida sobre el concepto de “ansiedad”, conocemos a alguien que haya padecido de ansiedad o la hemos sufrido en nuestras propias carnes. ¿Pero realmente sabemos lo que significa? A veces tengo la sensación de que es un término tan generalizado que ha visto distorsionado su significado y con el que las personas que realmente padecen de ella ya no se sienten identificadas.

¿Qué es y cómo se manifiesta?

La ansiedad se caracteriza por preocupaciones constantes y sentimientos de miedo, inquietud y nerviosismo. La Asociación Americana de Psiquiatría define la ansiedad como una emoción que se caracteriza por aprensión y síntomas somáticos de tensión en que un individuo anticipa un peligro, catástrofe o desgracia inminente. Ante esta emoción el cuerpo reacciona de forma adaptativa y se moviliza con tal de afrontar la situación percibida como amenazante. Se produce una respuesta fisiológica: los músculos se tensan, la respiración se acelera, el corazón nos late más deprisa. La ansiedad patológica, es decir, cuando debemos empezar a preocuparnos por las repercusiones que pueda tener en nuestra salud física y mental, se presenta cuando se considera que esta respuesta al estímulo amenazante es desproporcionada. Se considera desproporcionada cuando esta reacción no es proporcional al estímulo que la ha provocado o es exagerada en intensidad o duración.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) presenta una clasificación de las diversas afectaciones, y nos permite describir diferentes trastornos relacionados con estados de ansiedad y malestar intensos. Entre estos se encuentran: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad por separación, mutismo selectivo, fobias específicas, trastorno de ansiedad social o fobia social, trastorno de pánico, agorafobia, trastornos de ansiedad inducidos por sustancias o medicamentos y trastornos de ansiedad derivados de otras afectaciones médicas. También podemos englobar en este grupo el Trastorno Obsesivo Compulsivo, aunque en la clasificación que establece la Asociación Americana de Psiquiatría se contemple en un capítulo aparte.

La ansiedad en números

Según la encuesta nacional de Salud realizada en el 2017 en España, 1 de cada 10 adultos y uno de cada 100 niños padece algún problema de salud mental. Además, se ha observado que las mujeres lo padecen en mayor proporción que los hombres, prácticamente duplicando las cifras. La prevalencia de síntomas de ansiedad a nivel global es de entre 3’8% y 25% (Montero-Marin et al., 2019). El 29% de la población está diagnosticada de algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida (Otte, 2011). Es una de las problemáticas más frecuentes entre la juventud, sufriendo esta sintomatología 1 de cada 10 preescolares menores de 5 años y 1 de cada 3 adolescentes menores de 18 años (Bry et al., 2019). También son los más comunes en adultos, llegando a una prevalencia del 13-14% en Europa (Gee et al., 2016). Sólo en Estados Unidos decenas de millones de personas se encuentran afectadas cada año por estas patologías. Por el contrario, sólo la mitad de estas personas reciben tratamiento o cuidado óptimo (Sort, 2017).

¿Es lo mismo ansiedad que estrés?

La ansiedad y el estrés a menudo se confunden. Los síntomas son parecidos y las diferencias son sutiles. En primer lugar, en el caso del estrés hay un factor o situación estresante claro, mientras que en el caso de la ansiedad este factor puede o no estar presente, y en caso de que lo esté, puede ser muy definido o muy difuso. Por otra parte, la ansiedad puede mantenerse durante periodos de tiempo más largos que el estrés.

¿Los demás nos lo notan?

Estas afectaciones de ansiedad comparten una serie de características, como lo son un miedo y ansiedad excesivos, así como diversas alteraciones en su comportamiento. La ansiedad es una emoción que se caracteriza por una aprensión y síntomas somáticos de tensión en que la persona anticipa momentos de temor, adversidad o dificultad.

Los síntomas de ansiedad que se exteriorizan y son perceptibles por los demás suelen ser los que más preocupan, dada a la tendencia que tiene el ser humano por esconder cómo se siente, sobretodo en momentos de inseguridad y flaqueza. Es frecuente encontrar entre estos síntomas: nerviosismo, fatiga, tensión y dolor muscular, temblor, agitación, sudoración excesiva, tendencia a los sobresaltos, irritabilidad, náuseas, diarreas, síndrome del intestino irritable, respiración agitada, hipervigilancia, dificultad para hacer frente a situaciones de la vida cotidiana, entre otros.

Además de los síntomas físicos, también existen síntomas emocionales y psicológicos que son más difíciles de detectar a simple vista. La persona que padece de ansiedad no suele sufrir desorientación. El estado de ánimo puede verse disminuido exteriorizando el malestar y siendo perceptible por las personas de su alrededor.  A menudo la persona presenta rumiaciones y distorsiones cognitivas, también llamadas errores de pensamiento. El contenido del pensamiento suele ser negativo, pesimista. También son frecuentes las alteraciones en la velocidad de pensamiento, siendo este más rápido y saltando de pensamiento en pensamiento de forma rápida y desordenada.

Los altos niveles de ansiedad también se correlacionan con una capacidad de atención y concentración más disminuidas. A su vez, esto también dificulta el trabajo de la memoria a corto plazo para evocar pensamientos o recuerdos. Por si fuese poco, a menudo se asocian problemas secundarios como dificultades para dormir, alteraciones en el apetito o tensión muscular.

¿Cómo se trata?

Hay diferentes técnicas que pueden ayudar a disminuir los síntomas de la ansiedad. Entre las más populares y efectivas se encuentran las que se explican a continuación.

Psicoeducación: se le facilita al paciente información sobre la ansiedad, así como también sobre las crisis de pánico, para que la persona esté prevenida en el caso de que suceda algún episodio. Una crisis puede aparecer de forma abrupta en los momentos en los que la persona se encuentra más nerviosa, más inundada por los angustiosos pensamientos. En caso de que así sea, a menudo se tiene la sensación de que la crisis no acabará nunca y la persona llega a pensar que se morirá ahogada. Hay que dejar claro que una crisis tiene siempre un techo, un punto en el que la ansiedad ya no va en aumento, sino que lo que hace es disminuir. Esto ocurre de manera natural, sin la necesidad de que la persona haga nada por intentar reducirla. La dificultad está en aguantar el episodio. Esta técnica tiene diferentes beneficios, entre los que se encuentran los siguientes: aumento de la sensación de control, ayuda a entender la sintomatología a la propia paciente, comprender la afección e incrementar la sensación de control de la ansiedad.

Reestructuración cognitiva: Ésta es una técnica que ayuda a identificar, reconocer y reemplazar los pensamientos que causan angustia. Esto se hace a través del diálogo socrático y de una serie de pasos: identificar los pensamientos anticipatorios de la emoción, identificar los pensamientos y creencias disfuncionales, cuestionar los pensamientos, generar pensamientos alternativos y afrontarlos. Se pide al paciente completar un autoregistro sobre los pensamientos preocupantes, distorsionados. De este modo, la persona toma conciencia de la presencia de estas preocupaciones excesivas, las situaciones en las que suelen presentarse, cómo se sintió la persona en ese momento, el grado de malestar de la situación y cuál fue su respuesta conductual, es decir, qué hizo para intentar contrarrestar ese malestar. Una vez detectadas estas preocupaciones, se procede a modificarlas a través del diálogo socrático y de cuestionar la veracidad de estas creencias. Los beneficios de esta técnica remiten a reducir los niveles de ansiedad cognitiva, minimizar las expectativas y predicciones negativas, saber identificar las distorsiones cognitivas y modificar los pensamientos y creencias disfuncionales.

Técnica de Relajación Muscular Progresiva de Jacobson (técnicas de relajación): La Técnica de Relajación Progresiva de Jacobson es una técnica cuyo objetivo principal es que la persona sea capaz de identificar el estado de tensión de cada parte de su cuerpo, mediante ejercicios físicos de contracción-relajación de los distintos grupos musculares. Cuando la persona se entrena en esta técnica aprende a identificar las señales fisiológicas de tensión provenientes de las diferentes zonas específicas de su cuerpo y relajarlas automáticamente, cada vez con menor esfuerzo. Los beneficios que aporta la Técnica de Relajación Progresiva de Jacobson son diversos, entre los que se encuentra: la disminución de la tensión muscular tónica, la disminución de la frecuencia e intensidad cardíaca, el aumento de la vasodilatación arterial, que permite un mejor riego periférico y una mejor oxigenación muscular, favorece cambios en la frecuencia, intensidad y ritmo de la respiración, disminución de la actividad simpática general y disminución de los niveles de secreción de adrenalina y noradrenalina por las glándulas suprarrenales.

Resolución de problemas: se trata de un proceso metacognitivo en el que las personas comprenden la naturaleza de los problemas y se centran en modificar el carácter problemático de la situación o de su reacción y acción hacia ésta. De esta forma la persona aprende a resolver los problemas de manera efectiva, cuestionando y modificando así los propios sistemas de valores, pensamientos y creencias. Esta técnica consta de 5 fases: Orientación del problema, formulación y definición del problema, generación de alternativas, toma de decisiones y poner en práctica la decisión final. La resolución de problemas permite un aprendizaje significativo puesto que el paciente aprende a reformular o ampliar las diferentes soluciones ante un problema que le genera ansiedad. También permite potenciar la habilidad para identificar, analizar, resolver y afrontar los problemas.

¿Cuándo debería acudir a un profesional?

En el momento en el que detectas que tus pensamientos van acelerados, son exagerados o sientes un malestar emocional intenso. Si detectas alguna de estas situaciones, no dudes en contactar con nosotros para resolver cualquier duda o pedir cita.

Referencias bibliográficas

Bry, L.J., Chou, T., Miguel, E., Comer, J. (2019). Consumer smartphone apps marketed for child and adolescent anxiety: A systematic review and content analysis. Physiology & Behavior, 176(3), 139–148. https://doi.org/10.1016/j.beth.2017.07.008.Consumer

Gee, B. L., Griffiths, K. M., & Gulliver, A. (2016). Effectiveness of mobile technologies delivering Ecological Momentary Interventions for stress and anxiety: A systematic review. Journal of the American Medical Informatics Association, 23(1), 221–229. https://doi.org/10.1093/jamia/ocv043

Montero-Marin, J., Garcia-Campayo, J., Pérez-Yus, M. C., Zabaleta-Del-Olmo, E., & Cuijpers, P. (2019). Meditation techniques v. relaxation therapies when treating anxiety: a meta-analytic review. Psychological Medicine, 49(13), 2118–2133. https://doi.org/10.1017/S0033291719001600

Otte, C. (2011). Cognitive behavioral therapy in anxiety disorders: Current state of the evidence. Dialogues in Clinical Neuroscience, 13(4), 413–421. https://doi.org/10.31887/dcns.2011.13.4/cotte

Sort, A. (2017). The role of mHealth in mental health. MHealth, 3, 1–1. https://doi.org/10.21037/mhealth.2017.01.02

Psicóloga Estefania Navarro
Colegiada nº 26921

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